La quinta fecha terminó la semana pasada, donde el equipo de la sexta región le tocó enfrentar a Palestino. El resultado fue negativo para los celestes, sin embargo, el “mati” fue uno de los jugadores que más destacó, ya que mostró un juego con bastante personalidad y asistió de gran forma a los delanteros.

Matías Ignacio Sepúlveda Méndez junto a su padre, Marcelo Sepúlveda, y su madre, Evelyn Méndez, vivieron por varios años en la villa El Abrazo de Maipú. Allí se destacó en otros deportes, por ejemplo: el tenis. A su vez, también jugaba fútbol aunque no estaba tan convencido. No obstante, su papá lo invitaba a jugar a la pelota y ahí se empezó a entusiasmar.

De esta forma, el “mortero”, como lo apodan por su parecido con Jorge Aravena, tiene como ídolos a Matías Fernández y Cristiano Ronaldo. No obstante, sabe que para ser como ellos debe quemar varias etapas.

A continuación, nos cuenta más detalles de su vida futbolística y también la revancha que tiene con La Roja.

El camino para ser un campeón

¿Cómo llegaste a jugar fútbol?

Todo empezó cuando acompañé a mi papá a jugar fútbol en su trabajo. En ese tiempo yo jugaba tenis, pero después de ese partido me gustó jugar a la pelota.

Es verdad que un día estabas dominando un balón en el supermercado y un entrenador de Colo Colo te consiguió una prueba en el club albo…

Sí, es verdad. Fue en el Jumbo que está al frente del Estadio Monumental. Ese “profe” me llevó un día a entrenar a Colo Colo, luego no quise ir más

¿Siempre te gustó ese deporte o no?

Como hasta los seis años jugaba tenis, pero después conocí el fútbol y me encantó ese deporte. Es lo que hoy me divierte.

Tu primer equipo en cadetes fue Magallanes. ¿Cómo recalaste en el cuadro carabelero?

Bueno, con varios amigos que estábamos en Coquimbo Unido filial Santiago fuimos a las pruebas de Magallanes, cuando recién se estaban armando. Quedé de inmediato.

En la Sub-14 fue tu primera final ante Universidad de Chile, donde no lograron campeonar, ¿por qué no se dio ese título?

Yo creo que no se nos dieron las cosas en el partido de vuelta. Llegar a la final fue nuestro objetivo de principio de campeonato. Lamentable no la pudimos ganar, pero aun así quedamos felices de llegar a esa instancia.

En Magallanes te apodaron el mortero, ya que tenías un juego muy parecido a Jorge Aravena, quien fue un excelente lanzador de tiros libres. ¿Crees que te pusieron así por tu excelente pegada en los tiros de media distancia?

Sí, cuando jugué en Coquimbo un profe me empezó a decir mortero por Jorge Aravena. Desde ahí que mis compañeros me decían así.

¿Sientes que llegando a la final ya habías rendido lo máximo y, por ende, necesitabas emigrar a un club con más aspiraciones en el fútbol juvenil?

No, estaba contento en ese momento. Trato de jugar y pensar en el presente, que las cosas se vayan dando solas.

Después de esa gran finalísima tuviste ofertas de los tres clubes más grandes del país. ¿Por qué no quisiste fichar por alguno de esos equipos?

Bueno, como dije, estaba contento en Magallanes. Era una institución que iba creciendo, por lo que en ese momento estaba bien en el club.

O’Higgins de Rancagua puso más dinero en la negociación para requerir de tus servicios. ¿Pensaste en decir de nuevo que no?

Se comentaban algunas cosas, sin embargo, eso lo veían los equipos en cuestión.

El cuadro rancagüino no solo se preocupo de lo futbolístico, sino que también de lo esencial para un futbolista: la familia…

Sí, para mí la familia es fundamental. O’Higgins en ese aspecto se ha portado muy bien con nosotros. La dedicación fue clara, ya que nos entregó mucha confianza y cariño.

Ya estando en el club fuiste uno de los jugadores más destacados, por lo que te consideraron de inmediato jugador de proyección. ¿Qué influyó en tener un éxito tan tempranero?

Bueno, uno siempre que llega a un club trata de hacer las cosas de la mejor manera. Mis compañeros me acogieron muy bien en el equipo, donde me entregaron mucha confianza. Yo creo que esos fueron factores importantes.

En el “Capo de Provincia” te dieron un nuevo apodo: ”Tucu”. ¿A qué se debió este nuevo sobrenombre?

Sí, bueno, cuando llegué a O’Higgins me dijeron que me parecía a Pedro Pablo “tucu” Hernández.

La sed de revancha en La Roja

Durante el proceso negativo de Alfredo Grelak no tuviste mayores acercamientos a la selección. No obstante, se fue y llegó Miguel Ponce, quien te incluyó de inmediato a las nóminas para disputar el Mundial Sub-17. ¿Cómo te tomaste ese llamado?

Lo tomé con mucha felicidad, ya que nunca había sido llamado a la selección.

¿Ganaste más experiencia estando en la selección? ¿Por qué?

Claro que sí. En las giras que pude ir el juego era más rápido, hay más roce y eso me fue dando mucha más confianza a mí mismo.

En las últimas semanas antes del Mundial Sub-17 no lograste estar en la nómina final. ¿A qué se debió que no te llamaran al máximo torneo juvenil?

Tuve una tendinitis rotuliana, por ende, no me permitía hacer las cosas que yo quería. Eso me frustró mucho, pero gracias a dios me recuperé de la lesión aunque fue muy tarde.

Después recuperaste tu nivel, por lo que Miguel Ponce te llamó de nuevo para la selección. Ahora, el nuevo desafío era la Copa UC 2015. ¿Esperabas este llamado y así tener una nueva revancha?

Fue una bonita experiencia lo de la Copa UC, y más aún jugando por la selección. Para mí, fue otra oportunidad que me dieron los profesores de la selección.

Fuiste uno de los jugadores más destacados de ese campeonato. ¿Crees que el momento de estar en la Roja fue ese y no el de hace unos meses atrás?

No lo sé. Dios sabe porque hace las cosas, todo lo dejo en manos de él.

Este año comienza el nuevo proceso de la Sub-20. ¿Crees que puedes luchar por un puesto en esta nueva selección?

Claro que sí. Primero haciendo bien las cosas en O’Higgins y después que las cosas se den por si solas.

¿Cuáles son tus objetivos a corto, mediano y largo plazo?

Mi objetivo ahora es debutar y jugar por O’Higgins, lo que pase después no lo sé.

POR CAMILO BENAVIDES
FOTOS: DIEGO BLANCO