Entrevista

Lunes, 01 de Junio de 2020 14:56 hrs.

Hernán “Yayo” Espíndola: El paramédico de Coquimbo Unido por casi cuatro décadas

El funcionario aurinegro cuenta numerosas historias con planteles piratas a 38 años desde que el técnico José Sulantay lo confirmará en esa función. Además de repasar una emotiva historia con Pedro González.

“Ingresé el 26 de mayo de 1982. Llegué por intermedio de Guillermo Lorca, un colega con quien trabajaba en urgencias y necesitaba una persona para trabajar en cadetes”, de ese modo recuerda Hernán “Yayo” Espíndola (58 años), su llegada como paramédico de Coquimbo Unido, función que se mantiene en la actualidad, cumpliendo 38 años en el cargo.


Dos meses estuvo en las series menores del club porteño. El fallecimiento de Lorca, significó la oportunidad de trabajar con el plantel estelar. “En uno de los primeros entrenamientos tuve que atender a Juan Carlos Barraza, quien tuvo un corte en la cabeza: lo suturé al borde del campo. De ahí el profe José Sulantay me llama y me dice que fuera a firmar. Hablé con Alfonso Morales, que era el gerente del club y desde ahí que estoy”, cuenta el “Yayo” con ANFP.cl.


Tuvo opciones de llegar a la selección nacional, pero el técnico “pirata” de entonces Fernando Cavalieri le pidió que se quedara en el puerto. “Me decía ‘cómo me vas a dejar sólo. Me comprometo a arreglar tu sueldo el otro año’. No le creí al principio, y me respondió en su estilo: ‘soy un hombre de palabra’. Le dije que lo aceptaba con una condición: que suban el sueldo a mi y al utilero ‘Cejita’ (Efraín Saavedra). Al final arreglamos tal como queríamos”, recuerda.


En estos 38 años, Espíndola ha sido testigo de los avances en su área. Antes andaba solamente con el cloruro de etilo y ahora uno tiene un maletín con todo, incluido un anticoagulante. Antes también hacia funciones de kinesioterapia, porque a veces no había especialistas. Ahora tenemos un cuerpo médico más amplio. Además, se construyó un camarín especial para nuestra labor. El club se ha preocupado de entregarnos todas las comodidades”, agrega.


LOS SAPOS EN ROSARIO



Gracias a su labor en Coquimbo Unido, Hernán Espíndola tuvo experiencias fuera del país. Una de ellas fue un viaje de gira a Ecuador, no exenta de imprevistos. Recuerda que “fuimos en la época del cólera, ahí se nos enfermó Rubén Tanucci y otros jugadores. En ese entonces el cuerpo médico de Barcelona se portó excelente con nosotros llevando a los jugadores a la clínica y ayudándonos en todo”.


“Yayo” atesora la experiencia vivida en la Copa Libertadores 1991, inédita participación coquimbana en el principal torneo de clubes del continente. “Es algo que me costó asimilar. Nos miraban de otra manera. En Argentina, los partidos se ganan dentro y fuera de la cancha”, resumió.


Uno de esos partidos fue frente a Newell’s Old Boys en el actual estadio “Marcelo Bielsa” de Rosario. “El día anterior del fuimos a reconocer la cancha. Estaba llena de sapos. Ellos venían de ser goleados por San Lorenzo y un brujo les dijo que para volver a ganar debían llenar la cancha con sapos. Al final, nos vencieron 3-0”, recuerda.


MATÍAS ALASIA, JORGE CERINO Y PEDRO GONZÁLEZ.



Espíndola ha vivido numerosas historias con Coquimbo Unido. Una de las más complejas fue la fractura sufrida por el arquero Matías Alasia en un partido contra Deportes Antofagasta el año 2011. “Fue una fractura total en su cara. Estuvo inconsciente, sangraba profusamente en la boca y la nariz. Logramos detener la hemorragia y algunos jugadores lloraban en la cancha. Con el kinesiólogo no nos quedó otra que hacer el taponeo como nos enseñan en urgencias y lo llevamos a la clínica. El neurocirujano dijo que la persona que hizo eso está muy bien adiestrado, porque le salvó la vida”, cuenta.


También tuvo historias divertidas como fue un particular tratamiento aplicado al carismático delantero argentino Jorge Cerino. Sobre la broma, comentó “Jorge era muy canchero y un día tuvo un pancorazo en un entrenamiento. Decía que le dolía mucho y le recomiendo un tratamiento de una palta con sal gruesa. Le dije que ‘se iba a sanar al día siguiente porque la piel se pondrá negra’. Llegó al entrenamiento mostrando la zona del dolor, y sus compañeros se reían. La palta se oxida a los cinco minutos. Me quería matar”.



El paramédico vive el confinamiento desde su hogar, que obtuvo en 1991 gracias a una gestión importante realizada por Pedro “Heidi” González. “Volvíamos de Ecuador y necesitábamos una plata que nos exigía el banco. Tras golpear varias puertas, no había conseguido nada. Con rostro derrotado, me encuentro con Pedro quien me llama para un lado. Le habían comprado recién el pase y sacó una maleta pasándome dinero: era más plata de lo que necesitaba. Le dije que resolviéramos el modo de devolverlo y me responde: ‘tranquilo, te la regalo con la condición que me recibas cuando pase por acá’. Con mi familia estamos eternamente agradecidos con Pedro”, añade.


Su extensa trayectoria en el club, le valió un importante reconocimiento comunitario: fue nombrado “Hijo Ilustre” de la ciudad el año 2018. Le decía al alcalde (Marcelo Pereira) que había otras personas que merecían más que yo, porque hacían labores en poblaciones o junta de vecinos. La respuesta fue que el premio estaba en buenas manos”, comentó. 


También trabajó con los tenistas Marcelo Ríos y Fernando González cuando ellos entrenaban en la zona. Además, hizo labores de la selección alemana femenina en el mundial jugado en nuestro país. La historia de un hombre agradecido con la tierra de piratas y corsarios “Cuando entro a la ciudad, siempre digo que llego a tierra santa”, concluye.

Fotografías: Archivo pesonal y Hernán Contreras.


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